¿Nos reemplazará la IA o es una cuestión de valores?
En el mundo empresarial actual, la inteligencia artificial (IA) se presenta como una herramienta poderosa que promete incrementar la eficiencia y automatizar tareas repetitivas. Sin embargo, no dejamos de repetir la misma pregunta: ¿llegará la IA a sustituirnos por completo? Esta reflexión merece una profunda consideración, especialmente en el contexto actual donde conceptos como la empresa actual y las nuevas formas de liderar más centradas en las personas y en su desarrollo, toman protagonismo.
Me tomo la licencia de mirar desde otro ángulo, de quitar tanto foco y tanta responsabilidad a la empresa y a las instituciones y centrarla más en las personas. Si bien es cierto que las empresas deben centrar su enfoque en las personas y en su crecimiento, cabe preguntar a qué o a quién deberían enfocar su atención las personas.
La IA y el nuevo modelo empresarial
La última tendencia en liderazgo es aquella en que la gestión empresarial se centra en el desarrollo integral de las personas, fomentando un ambiente de trabajo donde la empatía, la formación continua y el empoderamiento son pilares fundamentales. La pregunta clave es si las empresas podrán permitirse mantener este enfoque en un mundo cada vez más dominado por la tecnología y con desafíos tan importantes como la productividad y el compromiso del talento.
A diario, encontramos artículos y participamos en jornadas de liderazgo, que insisten en que los CEOs debemos ofrecer resultados a corto plazo, al tiempo que pensamos estratégicamente en el futuro y hacemos crecer a nuestros equipos. Es indudable que las personas son las que hacen que las cosas sucedan. Los profesionales debemos encontrar la fórmula para diferenciarnos en un mercado donde la IA ofrece las mismas respuestas a todos, y la clave se encuentra en los valores, la audacia y la integridad de las personas.
El Verdadero Peligro
¿Dónde reside el verdadero peligro? ¿Es la tecnología, con el insipiente uso de la IA, o la pérdida de valores de nuestra sociedad? La respuesta podría estar en la falta de compromiso y ética tanto de las empresas como de los individuos. Los valores de una empresa son el reflejo directo de las personas que la integran, y es precisamente en manos de estas personas donde reside la decisión de utilizar la IA de manera que complemente y no reemplace a los empleados.
El Papel de la Sociedad y los Empleados
En última instancia, la adopción y el uso adecuado de la IA recaen en la sociedad en general: las instituciones, los empresarios y los empleados. Es una reflexión que merece la pena hacer: ¿quién tiene el poder de decidir que la IA nos sustituya? ¿Y por qué lo haría, si las personas son la clave del éxito?
Debemos ser conscientes de que, aunque la IA es una herramienta poderosa, nuestra verdadera diferenciación proviene de atributos humanos como los valores, el criterio y el compromiso con el proyecto. Los empleados deben entender que su aportación única y su integridad son esenciales para mantener su relevancia en un entorno cada vez más automatizado. Y donde nuestros niveles de productividad han descendido de forma alarmante. Si finalmente nuestros valores y compromiso no van en línea con el propósito y los objetivos de las empresas y de sus equipos, ¿qué impedirá que la IA , que tampoco tiene (de momento) valores, nos sustituya?
La IA tiene el potencial de hacer nuestras labores más eficientes, pero lo que realmente evitará que nos sustituyan será aquello que nos diferencia de ella, lo que nos hace humanos: nuestro conocimiento de ella, nuestra capacidad de utilizarla estratégicamente, y nuestros valores y compromiso.
En este sentido, tanto los directivos como los empleados debemos ser audaces, tener criterios y estar comprometidos, diferenciándonos no solo por el uso de la tecnología, sino por la manera en que integramos nuestros valores y nos involucramos en cada proyecto, en cada tarea.
Es imperativo que cultivemos una cultura empresarial que valore y fomente estas cualidades humanas. Los programas de formación deben centrarse no solo en habilidades técnicas sino también en el desarrollo personal y la ética profesional. Las evaluaciones de desempeño deberían incluir parámetros que midan el compromiso y los valores, además de la productividad y las competencias técnicas.
Los líderes empresariales tenemos la responsabilidad de ser ejemplos de estos valores. La transparencia, el respeto y la integridad no deben ser solo palabras en una misión corporativa, sino prácticas diarias. Fomentar una comunicación abierta y honesta, reconocer y recompensar comportamientos que reflejen los valores de la organización, y abordar de manera justa y rápida los problemas de ética y compromiso, son esenciales para construir una cultura sólida y resiliente.
La colaboración entre las personas y la inteligencia artificial debe ser vista como una alianza estratégica. La IA puede encargarse de tareas repetitivas y de análisis de datos masivos, liberando a los empleados para que se concentren en la innovación, la creatividad y la toma de decisiones estratégicas. Es en este espacio donde el talento que hay en nuestras organizaciones y en nuestra sociedad puede brillar verdaderamente, aportando un valor que ninguna máquina puede replicar.
En conclusión, mientras navegamos por esta era tecnológica, es crucial no perder de vista la esencia de nuestra humanidad. La IA es una herramienta poderosa, pero son nuestras habilidades humanas las que realmente impulsarán el éxito y la sostenibilidad de nuestras empresas y nuestras carreras. Y por ende la competitividad de nuestra sociedad. Debemos abrazar la tecnología, pero no a costa de los valores y el compromiso que nos definen como seres humanos y como profesionales dedicados.
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